Rosas Cantares

Un Poco de Historia

Rosas-Cantares es una finca de 660 hectáreas, en la que la agricultura y la ganadería activas definen la actividad diaria. La cría de vacas francesas «Limousin» ha sido una de las principales actividades por las que se conoce la finca. La finca está formada por varias explotaciones más pequeñas que la familia Buhofer ha ido adquiriendo desde 1986, cuando el fundador, Henry Buhofer, llegó por primera vez a Pizarra. Él y su esposa Elisabeth se enamoraron de las colinas ondulantes y los cielos infinitos y pasaron sus años dorados cuidando los campos de trigo, los olivares, el ganado y las casas de campo.

La zona es rica en historia, desde los tiempos de los fenicios, que fueron eventualmente sustituido por los Romanos, seguido por los Visigodos, los Árabes y finalmente los cristianos culminando 700 años de reconquista. Esta zona también mantiene las tradiciones de pasadas culturas, como el cultivo de la oliva y el vino. Es frecuente encontrar los vestigios arqueológicos de esas culturas pasadas cuando se trilla un campo, o se construye una casa.

Cada finca contaba con su “cortijo”, las viviendas construidas originalmente para los labradores propietarios de las tierras. Estas construcciones en muchos casos datan de hace más de 200 años y fueron diseñadas y construidas con los medios y sabiduría de los nativos de estas tierras. Entre ellas, “Cortijo Castellanos” tiene historia que data del 1845 cuando un noble local construyó su casa en este paraje.

Hoy en día, se han reformado y amueblado para incluir todos las comodidades y lujos de la vida contemporánea, sin perder el encanto de las tradiciones andaluzas.

El visionario

Henry Buhofer, aventurero suizo y arquitecto de Rosas Cantares.

«Un lugar donde absorber las tradiciones además de la exuberante naturaleza que les rodea.»


Reconversión en hotel

Los cortijos han sido remodelados y tienen su propia historia, como el cortijo Castellanos, que data de 1764 y fue fundado como granja en 1535 por Gonzalo Suárez de Figueroa y Doña Juana de Orellana, señores de Pizarra. Estos son los cortijos que hoy están abiertos al público y ofrecen una oportunidad única de vivir la tranquilidad del campo andaluz profundo, con fácil acceso a la aventura de explorar una región cargada de siglos de historia y tradición y disfrutar de la cálida acogida de sus hospitalarios habitantes.

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